El arquetipo del castigador. Esa persona que «sobrevive» castigando a los demás para ocultar su gran vacío y frustración.

Lo que busca el arquetipo del castigador, unas veces de modo más sutil y otras más agresivo (dependiendo de su temperamento e inteligencia) es ejercer el control sobre la víctima y someterla. Esta actitud de castigo varía muchísimo tanto en intensidad como en la forma en la que se aplica. En algunos casos puede ser fácil de detectar, pero en la mayoría de las situaciones el castigador es  de lo más sofisticado, y cual ladrón de guante blanco te mina desde dentro poco a poco hasta convertirte en escombros. Como ves, lo mejor será que detectes sus artimañitas de manipulación a tiempo y le impongas tus sanos límites.

Antes de empezar con el análisis, un pequeño esquema básico sobre este arquetipo:

  • Objetivo del castigador: Controlar y someter a la víctima.
  • ¿Cómo? Generándole dependencia. Incapacitándola.
  • ¿Porqué? Por que el castigador, depende emocionalmente de la víctima.
  • ¿Para qué? Para no enfrentar su propia vulnerabilidad.

 

El arquetipo del  castigador no sabe que detrás de su actitud se esconde una personalidad dependiente, que evita a toda costa encontrarse con su propia vulnerabilidad.

Cuando un castigador consigue someter a una víctima su ego se siente fortalecido; esta es la principal recompensa que recibe de su actitud. A modo de «depredador» se valora en cuanto a su capacidad para conseguir una presa.

La actitud de dominación encubierta del castigador, esconde a una persona con un grave problema de autoestima que depende profundamente de la víctima para no desmoronarse. El que persigue algo al mismo tiempo huye de algo (no confundamos perseguir con intentar lograr). En este caso concreto, el que persigue la vulnerabilidad ajena huye de aceptar su propia vulnerabilidad.

 Un castigador sin víctima no tiene un espejo en el que proyectar su propia vulnerabilidad encubierta.

Para el arquetipo del castigador la vulnerabilidad es sinónimo de debilidad y la debilidad es mala, ya que solo los fuertes sobreviven.

Este arquetipo puede tomar forma mediante diversos mecanismos como los  siguientes:

Represión emocional. Mensaje recibido durante la infancia: La vulnerabilidad es autodestructiva, hay que eliminarla o al menos ocultarla. Tal vez en su infancia le enseñaron que “los chicos no lloran” y que hay que ser fuerte. También puede ser que de niño/a no se le permitió expresar su vulnerabilidad y de hecho, se le castigó por ello.  Sea cual sea el caso, en consecuencia es una persona que necesita estar atacando continuamente la vulnerabilidad ajena con la intención de eliminarla. Es un mecanismo de proyección mediante el cual “destruye fuera para no sentir dentro”.

Estilo de educación machista: Hay mujeres (antes más, este estilo de educación se da cada vez menos) que educan a sus hijos bajo la premisa  de que: «Un hombre debe mandar en su casa». En este caso, el hombre de modo inconsciente percibe a la mujer como un enemigo a reducir. Un hombre embriagado por este estilo educativo no es consciente de la realidad y considera la demanda de igualdad de su mujer como un ataque directo hacia él.

Herida emocional no resuelta: También se dan casos en lo cuales el arquetipo del castigador tiene una herida infantil. Un trauma sin solucionar que tal vez ni siquiera recuerde, a veces de abandono. Lo curioso aquí, es que este trauma puede proceder de una situación tan banal como por ejemplo, ser el segundo de varios hermanos y en consecuencia no haber obtenido toda la atención que le hubiese gustado por parte de sus progenitores. También el  abandono o engaño, por parte de su primera relación de la adolescencia, puede despertar este arquetipo en un temperamento «colérico».

En otras ocasiones el castigador, al igual que ocurre con el arquetipo de la víctima, vivió una situación de malos tratos entre sus padres, y decidió simbiotizarse con una de ambas figuras: Castigador o víctima.

El arquetipo del castigador expresa su agresividad de varias maneras, principalmente con un estilo pasivo agresivo.

Como tal vez el término pasivo-agresivo no te suene y es necesario comprenderlo para detectar a este arquetipo, aquí un curso exprés la pera de práctico sobre tipos de agresividad.

  • Agresividad activa: Cuando una persona va de frente hacia ti y te pega un tortazo.
  • Agresividad pasiva: Cuando una persona “no actúa” con la intención de agredirte. Por ejemplo no hablándote para que te sientas menospreciada/o (lo que se conoce también como aplicar la ley del hielo).
  • Agresividad pasivo agresiva: Cuando alguien te dice: “Mira lo que hay allá”, y cuando te das la vuelta te «clava un cuchillo por la espalda». Si le dices: ¡Oye, que has hecho! Te responde: ¿Yo? Nada…menuda paranoica estás hecha.

Para que el arquetipo del castigador sobreviva, necesita de una víctima.

Como comenté en el artículo sobre el arquetipo de la víctima:

“ La víctima necesita de un victimario para sobrevivir, y ambos se buscarán a toda costa”.

El castigador es una manifestación bastante común de un victimario. Víctima y castigador se olfatearán y se unirán es su macabra danza de cortejo: atacante y herido, culpable y culpado…

¿Qué le ocurre al castigador si se queda sin víctimas? ¿Si nadie se presta a sus juegos de manipulación?

Entonces se encuentra con él mismo, con su propio vacío, su sombra (en la que habita agazapada en un rincón su vulnerabilidad). Se debe enfrentar cara a cara con su rabia, ira y agresividad. Como no tiene hacia dónde dirigirla ni a quien culpar de su estado, se vuelve una persona huraña y gruñona. La culpa de su malestar será entonces de un vecino que hace ruido, un conductor torpe, un funcionario incompetente, cualquiera que se cruce en su camino.

Lo que habita en el interior del castigador es un profundo malestar que proyecta hacia el exterior.

Ahora, para no dejarte caminando a tientas con esta información hete aquí un pequeño listado de conductas típicas de un castigador pasivo-agresivo, que te servirán para olfatearlo antes de que esté demasiado dentro.

  • Te quita importancia: No recuerda fechas importantes, eventos importantes para ti, intencionadamente.
  • Te ningunea: Si hablas de algún logro tuyo, lo camufla como si se tratase de un evento sin importancia.
  • Te rebaja: Te compara con otras mujeres/ hombres, a fin de que te sientas por debajo.
  • Jamás habla sobre tus talentos/ cualidades positivas: Ni a ti, ni a los demás. De hecho hará todo lo posible por esconderlas debajo de la alfombra para que nadie las vea, y hasta tu misma te olvides de que las tienes.
  • Analiza tus puntos débiles y los ataca: Si le confiesas que eres celosa tonteará y te hablará de lo guapas y talentosas que son otras mujeres. Si le dices que te sientes sola desaparecerá cuando más lo necesites.
  • Intenta «infantilizarte»: Si le hablas en un tono serio, como adulta, el responde con ironía como si fueses una niña enrabietada diciendo tonterías. Si le preguntas algo  en lugar de responderte con normalidad te responde con sorna, haciendo entrever que eres tonta. Esto lo hace para ponerse por encima como «adulto»: el es el/la adulto/a, y tu una niñita que lo necesita.
  • Abandono emocional: En los malos momentos, desaparece. Siempre tiene una excusa «racional» para hacerlo.
  • Cuando te enfades con él, le dará la vuelta a la situación de modo que la culpa sea tuya. El foco de vuestros problemas;  tu excesiva emocionalidad y falta de racionalidad. Si por ejemplo, llega tarde al entierro de tu tía, te dirá que el tenía algo muy importante que resolver en el trabajo, y que tú no eres capaz de entender el estrés al que está sometido.
  • Cinismo: En el ejemplo anterior puede incluso que haya estado tomando una copa después del trabajo, y llegado tarde a posta.

Suelen ser personas muy controladas, racionales, y poco emocionales. Camuflan su actitud maliciosa con racionalidad, y judgan la emotividad de la víctima como «falta de racionalidad o de control de impulsos».

En muchas ocasiones son personas encantadoras cara a la galería, que sólo muestran su verdadera cara con la víctima. Esta circunstancia lleva a que la víctima se vea sola, ya que no se atreve a contarle a nadie lo que le ocurre al pensar que no la creerán. También lleva a la víctima a dudar de si misma, creyendo que es muy exigente, o directamente una paranoica, y se irá anulando poco a poco.

El arquetipo del castigador bien integrado:

Para que este arquetipo cambie de bando y vaya hacia la luz, normalmente se debe dar una gran crisis interna. Este no es un arquetipo que se integre con suavidad. Su transformación es muy intensa y profunda, y el resultado de la misma, la experiencia más sanadora que una persona pueda manifestar.

Esta profunda transformación es similar a la del águila, la cual, aproximadamente a los 40 años debe tomar una dura decisión: Dado que sus uñas y pico ya no le permiten continuar cazando, debe decidir entre dejarse morir o encerrarse en una cueva y comenzar una profunda auto transformación. Una vez en la cueva se arranca a si misma el pico y las uñas, y espera pacientemente a que vuelvan a crecer, para volver a volar libre.

El castigador posee una gran sombra, y tras esta sombra se esconde una luz igual de brillante, ya que luz y sombra siempre son proporcionales. Conozco un par de personas que vivieron muchos años este arquetipo en sombra, y tras duras experiencias internas que les llevaron a pasar por un periodo de sufrimiento e introspección (aceptando y abrazando su propia vulnerabilidad) se dedican a ayudar a otras personas en sus procesos personales. Realizaron un arduo trabajo de conversión, que les llevo a transformar su gran sombra en un foco de luz, que ahora usan para el bien común.

Bueno, con todo esto que no es poco, dejo al arquetipo del castigador tranquilo. Espero que si identificas estos rasgos en alguien conocido o en ti misma/o, está información te sea de utilidad para comprenderle o comprenderte mejor.

Te recuerdo que ya está disponible el taller gratuito: «Jalea Real», para trabajar El arquetipo de la Reina en ti.  

Trabajando el arquetipo de la Reina nos ponemos en contacto con nuestro poder y potencial aprendiendo a marcar sanos límites. Así que si no te lo quieres perder descárgalo desde aquí mismito pinchando en la página de inicio de  maewes.

PAZ Y AMOR.

Imagen: Quinten de Graaf