Recordemos que el arquetipo de la víctima, es uno de los cuatro jinetes de la supervivencia que todos llevamos dentro, junto al niño la prostituta y el saboteador.

Lo que ocurre, es que cada persona tiene un arquetipo dominante. Con lo cual, si te identificas con las palabras que vas a leer, significa que en tu fuero interno habita una víctima con más músculos que Stallone. De paso, que este símil te sirva para romper el falso mito de la víctima, ya que de débil no tiene nada de nada. Esta aparente debilidad es un arma de manipulación de lo más potente.

La finalidad de una víctima en la antigüedad, era ser sacrificada, cuyo significado es: “llegar a ser sagrada”.

En nuestra cultura esta palabra, evoca por un lado negatividad asociada a experiencias como sufrimiento, impotencia, o injusticia. Pero por otro, y aquí es donde encontramos el beneficio inconsciente que produce este arquetipo, también evoca un sentido de dignidad y bondad.

El arquetipo de la víctima aspira al sacrificio como proceso egoico mediante el que, cual Cristo, se eleva sobre el resto.

Hay que tener en cuenta que el sentido de “persona beatificada” que se asocia a la personalidad de la víctima, todavía está muy presente en nuestros genes. De hecho, se vanagloria públicamente a las personas que aguantan todo tipo de vejaciones de forma sumisa y sin rechistar. Si no entiendes bien este concepto, piensa en cuántas veces hemos escuchado hacer a alguien este comentario sobre otra persona: “Margarita es una santa, fíjate, con lo mal que la trata su marido y ella ahí sigue, cuidándolo”. Entonces la víctima, Margarita en este caso, sufre, no es feliz, no disfruta de la vida, pero lo hace con dignidad y la cabeza alta, ya que ella es la buena y sacrificada, y esto es lo que importa cuando nos han hecho creer que el sufrimiento nos abre las puertas del cielo.

El arquetipo de la víctima, se suele manifestar bastante en personalidades sumisas e histriónicas.

La personalidad sumisa sería el caso que acabo de comentar. Pero hemos de tener en cuenta que dentro de la sumisión, como en todos los rasgos,  hay muchos niveles. En una versión más ligera, la puedes detectar por ejemplo cuando pretendes generar empatía por medio de la lástima. Atención al mensaje inconsciente de esta actitud, ya que es cuanto menos paradógica. Te lo voy a ilustrar con un sencillo ejemplillo, en el cual vamos a contar con la inestimable colaboración de nuestros amigos Juan y Cintia:

Juan y Cintia son pareja. Cintia tuvo una infancia que se puede denominar como «normal». Criada en una familia trabajadora y tradicional. La infancia de Juan fué no tan tradicional, ya que sus padres, debido a problemas económicos sufireron ciertos conflictos en la educación de sus hijos. Desde entonces, Juan arrastra esa sensación de «haber tenido mala suerte en la vida», y de que a los demás siempre les irá mejor porque han tenido mejores oportunidades que él. Cintia, intenta ayudar a Juan cada vez que se queja, animándole a que en lugar de quejarse haga algo al respecto. A lo que Juan responde metiendose más en su mismidad y su sufrimiento, ya que, aunque no es consciente de ello, la realidad es que no quiere salir de su ego de víctima.

Y aquí viene la paradoja:

El mantenerse en ese estado de víctima le conserva de manera inconsciente por encima de los demás.

Los demás han tenido las cosas fáciles, no han tenido que sufrir. Juan, al haber sufrido es más bueno que ellos, que son los malos que hacen sufrir. ¿Y que pasa si Juan deja de sufrir? Aquí tenemos el gran ploblema por el cual el arquetipo de la víctima no quiere soltar su papel ni a tiros. Juan, no es capaz de ver la felicidad al final del tunel del sufirmiento, no. Lo que divisa es la nada, el vacío, a un nadie. Si no sufres te conviertes en un simple mortal cual el resto, con una vida sencilla y sin conflictos. Posición que te coloca en una situación de igualdad respecto a los mamiferos que te rodean, y que por lo tanto,  te despoja de tu superioridad egoica.

En cuanto al arquetipo de la víctima reflejado en una personalidad histriónica, es más dificil de detectar.

Una persona histriónica, es alguien que está totalmente dominada por sus emociones, las cuales están fuera de control. Exageran las situaciones y parecen vivir en un continuo teatro en el que ellas son las protagonistas. Aquí encaja desde la persona que te monta un escándalo en medio de la calle porque te has olvidado de que ibas a cenar con ella; hasta  el típico ejemplo de la madre que te hace ver todo lo que ella ha hecho por ti para que la acompañes a comprar ropa.

El arquetipo de la víctima para sobrevivir necesita un victimario, y viceversa, y ambos se buscarán a toda costa.

Nadie puede victimizarte a no ser que tú vivas el rol de víctima, al igual que si las víctimas no existieran, los victimarios tampoco, ya que no tendrían a quien victimizar. Esto que parece un trabalenguas, es la explicación básica de porque la víctima existe, y de porque si no quiere, no tiene porque existir.

(!Ojo¡  Que aquí estoy hablando de víctimas en cuanto a arquetipos internos que nos limitan. No de víctimas reales, como puedan ser las de abusos o desastres naturales. No se me vaya a malinterpretar por favor) 

Si un victimario se acerca a una persona con unos límites y autoestima bien establecidos, al ver que no tiene por dónde engancharla se irá enseguida en busca de otra presa. Al igual que lo hará una víctima que se acerque a una persona adulta emocionalmente e independiente.

Cómo identificar a tu víctima interna:

  • Piensa si sueles tener la percepción de que los demás, la situación, o tu pasado, son culpables de lo que te ocurre.
  • Tal vez en tu vida haya muchos dramas, o directamente sea un drama continúo.
  • Cuando algo o alguien te molesta, no se lo dices ni lo encaras frente a frente, pero tal vez si te vengues de manera encubierta.
  • Te gusta hacer cosas por los demás, pero después te enfadas porque los demás no hacen cosas por ti.
  • Tiendes a pensar que los otros han tenido más posibilidades o suerte que tú.
Cómo dejar de alimentar a tu víctima

Lo primero es aceptar que te ves arrastrada/o por ella. Esto no es tarea fácil, porque para una persona que opera bajo este arquetipo, bajarse del burro del “Yo soy bueno, los demás malos” es muy difícil, ya que esta supuesta bondad lo justifica todo. Para ello, te puede ayudar pensar en ocasiones en las que tal vez hayas sido tú quien haya herido de algún modo a otras personas, aunque no fuese tu intención. Todos hacemos daño alguna vez, pero no por ello debemos autoclasificarnos como victimarios o malas personas. Del mismo modo no debemos colocarnos en la posición de víctima cuando sucede lo contrario. Es cuestión de comprender y relativizar las circunstancias en las que esto sucede.

Después deberás aprender a hacerte responsable de tu vida y tus circunstancias, analizando los pasos que tú misma/o diste para llegar donde estás. Cierto es que a veces los demás actúan de foma injusta con nosotros, esto lo podemos ver claramente en los numerosos casos de «bullyng» que se dan. No es justo agredir a nadie por ningún motivo y mucho menos sin el, pero sucede. Pero a lo que me refiero aquí es a analizar las situaciones en las que sí puedes hacer algo al respecto, por ejemplo:

  • Marcar tus sanos límites con los demás. Esto es algo que todo el mundo hace y que tú tambíen tienes derecho a hacer.
  • Analizar las situaciones que te perturban en este momento e ir analizando todos los pasos que te han llevado a ella. Piensa si puedes, o podrías, haber hecho algo para cambiar o evitar dichas situaciones. Visualizate haciendolo, este ejercicio es muy eficaz si lo practicas a menudo.
  • Observa tus relaciones. ¿Consideras que tus relaciones son igualitarias o tiendes a transigir demasiado? Cuando interactúas con otras personas ¿Intentas agradarles a costa de ocultar tu verdadera personalidad?
  • Observa tambien tus reaciones, procurando ser objetiva/o y despojándolas de la carga emocional. Cuando algo que te dicen te molesta ¿te lo callas o lo comentas con terceras personas en lugar de decirselo a la persona que te ha molestado de manera asertiva?

Ante estas cuestiones, hemos de tener muy presente lo siguiente: Los demás son responsables de lo que ellos dicen o hacen, no de lo que tú interpretes. Una misma actitud de una persona será interpretada de múltiples maneras según el filtro del receptor. Si operas bajo el arquetipo de la víctima, significa que tu filtro está especializado en interpretar los actos ajenos como ofensas, y la actitud propia como indefensa.

Aquí está muy presente un fenómeno que en psicología se denomina «indefensión aprendida», sobre el cual hablaré posteriormente en un artículo, para que entiendas mejor cómo se genera esta actitud y cómo deshacerte de ella.

Al arquetipo de la víctima bien integrado.

Este arquetipo, debe aprender a usar su capacidad de sacrificio a su favor y no en su contra. Esta capacidad bien canalizada ayuda a la víctima a sacrificarse por y para sí misma. Para su propio desarrollo personal y libertad emocional. Una vez conseguido esto, si se sacrifica por otros lo hará de un modo más honesto, y con un fin más allá de conseguir atención (en realidad es amor lo que necesita). Debe aprender a usar  esa energía que malgasta sometiéndose, o haciendo cosas compulsivamente por los demás a fin de que le devuelvan el favor, para sustentarse y construirse a sí misma.  El factor más importante para conseguirlo, es poner la responsabilidad de su vida, sus actos y consecuencias, en sí misma/o y no en el exterior.  Una vez aceptada la responsabilidad, podrá comenzar a trabajar construyendo su propia estructura y límites, que los demás, tendrán que respetar.

Muchas mujeres hemos heredado este arquetipo de nuestras madres. Es una gran revelación el darte cuenta de que en realidad, la mayoría de las veces tú eres la principal generadora de tus situaciones.

Este descubrimiento, te concede la posibilidad de liberarte de las cadenas mentales que te pone tu víctima, y gracias a él empiezas a crear tú misma las situaciones que sí te convienen, las que deseas en realidad.

La víctima para sanar necesita mucho amor. Debe aprender a quererse a sí misma sobre todas las cosas, y a los demás bajo algunas.

Una vez ha aprendido a quererse y cuidarse adecuadamente, está preparada para poner sanos límites con los demás, y detecta con facilidad lo que le conviene y lo que no.

Este arquetipo es el más duro de reconocer, por eso escribo sobre él de manera franca y directa. Porque sé muy bien, que el primer empujón que necesita la víctima para salir de su letargo debe ser dado con mano firme, si intentas ayudar a una víctima con algodón de azucar la debilitarás más. Y si este es tu caso, espero de corazón que estas palabras te sirvan.

Con mucho amor desde mi víctima para la tuya.

Si quieres tener más información sobre los arquetipos de la supervivencia, te puedes descargar la guía completa desde la página principal de maewes haciendo click aquí.

Con este post damos por finiquitadas las explicaciones básicas sobre los arquetipos de la supervivencia. Pero en posteriores entradas seguiré hablando de ellos (Ahora viene cuando tus arquetipos se empiezan a relacionar con los arquetipos de los demás…y empieza la fiesta, no te la pierdas ;-))

 

 

Imagen: Jez Timms