“La tercera guerra mundial será biológica, o no será…”

Carl Jung, en respuesta a la pregunta de si la tercera guerra mundial podría ser evitada respondió lo siguiente:

El único modo de evitar una tercera guerra mundial, es que una masa crítica suficiente de personas aprendan como sostener los opuestos unidos en su interior.

 

Ahora, vayamos por partes ¿Qué es esto de los opuestos?

Los opuestos son estas dualidades a las que tan acostumbrados estamos:

  • Luz versus oscuridad
  • Bueno versus malo
  • Superioridad versus inferioridad
  • Etcétera.

Pero ¿Porqué dijo Jung que necesitamos sostener ambos opuestos en nosotros? ¿A quién le gusta sostener la oscuridad?

Los seres humanos fuimos formados en base a dos opuestos que se atraen, del mismo modo que nuestra naturaleza se conforma en base a estos opuestos. La fuerza de la gravedad nos mantiene unidos a la tierra. El opuesto de la gravedad es la ingravidez. Masa versus ingravidez, ambos necesarios para que este planeta exista y nosotros lo habitemos.

Sin luz no podríamos percibir la oscuridad y viceversa. De hecho, cuanto más intentamos negar uno de estos polos más fuerte se hace, ya que la negación es atención (encubierta) y la atención alimento para el elemento sobre el que nos estamos focalizando.

A la hora de gestionar estas polaridades internas tenemos dos opciones: Negar una de ellas, normalmente la sombra, y ver solo la luz (cuyo resultado es desastroso ya que cómo acabo de decir, la sombra se hacer más fuerte). O encontrar el equilibrio entre ellas, aceptando que ambas son parte nuestra.

Debemos tomar a nuestra sombra entre los brazos y mecerla con cariño, como si fuera un niño austado. Darle tiempo y ella nos revelará la información que necesitamos para nuestra propio crecimiento y transformación.

Lo que Jung no sabía cuando pronunció estas palabras (o si) es que las nuevas olas psicológicas llegarían en breve relegando al concepto de pseudomagia a la sombra o subsconsciente; por lo cual este aviso caería en el pozo del olvido.

Es ahora, cuando muchos psicólogos/terapeutas/divulgadores, etc, estamos sintiendo una perentoria necesidad de recuperar la sombra.

Es hora de que los adultos  nos comportemos como adultos, y reconozcamos que todos «defecamos». Así de claro; al igual que a nivel físico nos alimentamos y evacuamos los residuos (nuestra sombra física) también nuestra mente se alimenta y necesita evacuar. Tal vez nos hayamos convertido en una humanidad de «estreñidos mentales» a causa de negar y no soltar toda nuestra porquería mental.

Gran parte de este estado de estreñimiento mental, es debido al bombardeo social que recibimos mediante los medios de comunicación que nos venden la felicidad como un producto procesado. Los medios nos alientan a ser una persona atractiva, activa, exitosa, etc. Nos venden un producto de persona y nosotros trabajamos para intentar ser lo más parecidos posible a ese producto. Como el burro que persigue una zanahoria atada a su cuerpo nosotros perseguimos unas características que jamás nos acercarán a la felicidad (las alcancemos o no).

La felicidad no tiene nada que ver con ser atractivo ni exitoso. Eso sólo son falsas apariencias vacías y carentes de un sentido más profundo de la vida, en el cual, si podemos encontrar la verdadera felicidad.

 

Si no encontramos el equilibrio entre nuestros opuestos internos nos encontramos escindidos internamente, generando pensamientos y conductas que se escapan de nuestro control.

Esto es en mi opinión lo que Jung quería decir al respecto de la posible evitación de una tercera guerra mundial:

Si una masa crítica suficiente de personas, hace su respectivo trabajo personal de integración de la sombra y autoconocimiento, esto se reflejará en sus reacciones e INTERACCIONES. Al estar más equilibrados y conscientes a nivel interno este equilibrio se refleja a nivel externo.

El mundo que habitamos es un reflejo de la media de nuestros mundos internos individuales: La suma de todos los desequilibrios internos personales que portamos conforman el desequilibrio general que nos rodea. Por esto mismo, es un ejercicio muy productivo y de obligada ejecución antes de juzgar, observar nuestro estado interno cada vez que percibimos un evento externo que nos perturba.

El incremento de los totalitarismos es una señal de que demasiadas personas hemos proyectado la autoridad fuera de nosotros, no poseemos una autoridad propia.

Nos creemos víctimas del sistema y esto nos hace manipulables a los medios de comunicación.

El hecho de que muchos de nosotros nos sintamos débiles, desamparados y dispuestos a someternos a una autoridad coercitiva, significa que nos hemos distanciado de nuestros instintos y desconectado de nuestra fuerza interior.

Estas señales son signos de que nosotros, cómo especie, no estamos equilibrando las polaridades en nosotros mismos.